

La obsesión por el equilibrio fiscal, ese mandato abstracto que el Gobierno Nacional defiende como piedra angular de su gestión económica, se ha convertido en una cárcel para las pequeñas y medianas empresas de la industria y del comercio minorista en Argentina. Los presupuestos que priorizan el déficit cero pero excluyen un componente central como la producción nacional no reconstruyen, sino que destruyen.
Las cifras más recientes lo muestran con brutal claridad: mientras los gobernantes recitan fórmulas de ajuste y contención del gasto, las pymes cierran, se despiden trabajadores, se debilita el entramado productivo y se profundiza la inequidad territorial.
La emergencia estadística:
cuánto ya perdimos
Entre noviembre de 2023 y mayo de 2025 se cerraron 15.564 pymes que tenían personal registrado, pasando de 512.357 a 496.793 empleadores activos.
En ese mismo lapso, se perdieron 223.537 empleos registrados en Argentina.
Sectores especialmente golpeados: transporte y almacenamiento (–10,4 %), servicios inmobiliarios (–8,8 %), comercio mayorista y minorista (–1,6 %), servicios profesionales, científicos y técnicos (–5,7 %), y construcción (–7,7 %).
En el sector industrial, ramas como neumáticos, textiles, prendas de vestir, cuero/calzado muestran caídas de producción que van del 29 % al 50 % en poco más de un año.
En materia de despidos: casi 100.000 puestos de trabajo privados se han esfumado desde diciembre de 2023, con la construcción y la industria como los rubros más castigados.
Se cierra a razón de 30/40 pymes por día.
Estos datos no son meras estadísticas, son vidas, centros de producción abandonados, tejido social rasgado: familias sin ingreso, regiones con industrias desamparadas, cadenas de valor imposibles de recomponer a corto plazo.